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Paternidad es la relación que existe en el orden biológico (consanguinidad), en el orden jurídico (responsabilidad) y en el orden moral y espiritual con los hijos que se engendran y educan. En general, la paternidad responsable se refiere al ejercicio justo y adecuado de los deberes y derechos que generan la procreación y la crianza de los hijos.
Pero se suele entender sociológicamente por esta expresión la actitud y la decisión de generar los hijos que la inteligencia y la conciencia de los progenitores consideran convenientes. La responsabilidad supera lo que puede proceder del mero instinto sexual.
En este sentido, la paternidad responsable puede plantear interrogantes éticos y religiosos que, al llegar a cierta edad, los educandos quieren conocer y resolver y los educadores cristianos deben clarificar, sin eludir interrogantes, para lograr la mejor y más adaptada orientación.
Estos interrogantes afectan a los fines, a los medios y a las circunstancias. Los fines son fácilmente clarificables desde la perspectiva del matrimonio cristiano. Se deben tener los hijos que la pareja libremente decide, ya que la reproducción humana es acto ético y debe estar regida por la inteligencia y la voluntad. Y es evidente que la responsabilidad reproductora reclama generosidad y altruismo para que sea la ideal.
Cada pareja sitúa ese ideal en función de su sentido de la vida familiar. Y si no a todos se puede pedir la misma generosidad a nivel de su vida personal, tampoco a todos los matrimonio se puede demandar el mismo proyecto vital y familiar y se debe ser respetuoso con cada opción. Es importante educar a las personas para que sean comprensivas con todas las opciones, sobre todo en una sociedad en la que muchas veces de aconseja lo que el consejero no hace.
Los medios que se emplean para ese proyecto deben ajustarse a la responsabilidad. Esta afecta siempre a la conciencia compartida de la pareja y no sólo afecta a uno de los miembros. El problema surge cuando no sintonizan los criterios y las decisiones. Al margen de situaciones de conflicto, para las cuales es imprescindible educar bien a los que contraen matrimonio, conviene recordar a veces y de modo éticamente claro lo que es moral lo que no lo es. No se puede emplear, al menos por parte del cristiano, procedimientos malos de por sí (aborto, mutilación, represión). Hay que preferir los que por naturaleza resultan aceptables para la conciencia normal (regulación ovular, continencia oportuna, inteligente ejercicio de la sexualidad).
Entre ambos extremos, el medio malo y el medio bueno, existe un abanico variado de recursos discutibles, sobre cuya moralidad no es fácil definirse con normativa tajante y absoluta y en donde la conciencia ilustrada y responsable de los cónyuges debe entrar en juego. Es paternidad responsable el instruirse bien en las formas convenientes, de modo que se huya por igual del laxismo agnóstico y del rigorismo maniqueo. Esto equivale a decir que conviene huir de consejeros amorales y de consejeros integristas en este tipo de decisiones.
En todo caso, el concepto de paternidad responsable no debe ser identificado con cualquier manera ambigua de hablar de "regulación de natalidad". La regulación de natalidad es algo biológico. La paternidad responsable es algo moral, humano, espiritual.
Las circunstancias deben ser tenidas también en cuenta por los cónyuges, pues hacen posible el situarse de forma adecuada ante conveniencia o no conveniencia de tener más o menos miembros en el hogar. Pueden citarse entre esas circunstancias, sobre todo, las que afectan más a la educación (segunda generación) de los hijos ya tenidos y de los que pueden llegar, sobre todo si se asume como básico el criterio de que los padres nunca pueden delegar en terceros la educación como no pueden delegar la generación.
Circunstancias que deben ser tenidas en cuenta son la profesión y residencia de ambos cónyuges, los recursos materiales con que se cuenta, la salud y las necesidades afectivas de los hijos ya existentes, los deberes familiares que pueden limitar la capacidad educadora, etc.
No es correcto entender sólo por paternidad responsable el control de natalidad a cualquier precio (birth control) y esconder en bella idea (paternidad y responsabilidad) siniestros procedimientos inmorales (aborto, infanticidios, esterilización forzada o fraudulenta) como tantas veces se hace por parte de organizaciones inmorales (por ejemplo la Fundación americana Rockefeller) con personas o pueblos indefensos.
Es importante educar a los jóvenes para la responsabilidad en toda la conducta humana. El campo de la paternidad será uno más, y sólo uno, de los que demandarán su atención en clave de naturaleza y también con perspectiva cristiana.
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